martes, 3 de julio de 2012
Dejar el Crack
Por Nicole Carroll
Cortesia CrossFit Journal
Edicion 38 Octubre 2005
Traduccion Pavel Saenz
Nunca pensé que lo que comía importaba. Era delgada y con músculos. Mi desempeño atlético era decente. Generalmente me sentía sana y feliz. Así que era escéptica en que la dieta tuviera un impacto real. Toda mi vida había comido todo lo que se me pudiera ocurrir y me estaba yendo bien. Pero no tenía un sentido de que esto no era verdad para todos y como entrenadora; la gente me preguntaba sobre nutrición y dieta. Yo sabía que CrossFit prescribía la dieta de la Zona así que compré los libros los leí, calculé mis bloques y probé la dieta. El acuerdo que hice conmigo misma fue, que por dos semanas pesaría y mediría con precisión. Si después de dos semanas quería volver a comer como comía podía. Sin culpa, sólo un experimento.
Cuatro semanas en la dieta de la Zona, estaba más fuerte y más rápida de lo que jamás había estado. Mis marcas disminuyeron y mis subidas en barra aumentaron. Logré records personales en mi levantamiento muerto, squat trasero y press yerk. Tenía más energía, me recuperaba más rápido y podía empujar más fuerte, más seguido. Incluso, estaba más feliz y me sentía emocionalmente más equilibrada. Lo mejor de todo, me sentía más precisa. Lo poco de hambre que se mantenía me mantuvo al borde y lo aprecié tremendamente. Sólo lo puedo describir como un estado de alerta, una sensación de estar a punto mentalmente y físicamente.
Los CrossFiteros saben que la gente que pregunta “¿Y el cardio?” no han probado CrossFit. Igualmente, la gente que cuestiona la eficacia de la Zona, no se han mantenido lo suficiente, con suficiente precisión, para sentir sus efectos. Como CrossFit, si lo haces, funciona.
Para hacerlo bien necesitas tasitas de medición, cucharas de medición, una pesa simple para comida y una tabla de medición. El primer paso es averiguar cuál es tu prescripción de bloques diaria, la cantidad total de comida (proteínas, carbohidratos y grasas) que debes comer diariamente – de acuerdo con tu estatura, peso, masa corporal y nivel de actividad. Cada comida y colación tienen la misma cantidad de bloques de proteína, carbohidratos y grasa, pero tú decides qué comidas y de qué tipo comer. Tú escoges los ingredientes; la tabla determina la cantidad. (Más especificidad, leer “Planes de Comida” edición 21 del CrossFit Journal o cualquiera de los libros de la Zona de Barry Sears).
Simple.
Pero lejos de ser fácil. Casi todos nosotros estamos tremendamente adictos a los carbohidratos, y casi todos nosotros comemos mucha más comida de la que necesitamos para desarrollarnos. Tal vez podamos comparar el dejar los carbohidratos como el dejar de consumir crack y reírnos. Extremo, tal vez, pero no tan lejano de la verdad. Cualquiera de los grandiosos libros mencionados en la edición “Comida” del CrossFit Journal (edición 15, Noviembre 2003) te dará ciencia para apoyar estas aseveraciones. Lo que yo quiero decir es mucho más simple: ¡Sigue la dieta! Haz las matemáticas para saber tu prescripción de bloques, pesa y mide tu comida por lo menos dos semanas. Vale la pena cien veces el esfuerzo.
Habiendo dicho esto, con diez bloques al día, encontré que las primeras tres semanas en la Zona, fueron los días más difíciles de mi vida.
Día 1: El sándwich de atún me puso al borde del colapso. Estuve colgando de un hilo toda la mañana. Comí las dos onzas (56 gramos) de atún, un pedazo de pan, un poco de mayonesa, y una lechuga, una comida que supuestamente debía ser almuerzo satisfactorio… veinte minutos después mi estómago sonaba y me estaba MURIENDO DE HAMBRE.
Hasta hoy ya no he comido sándwiches de atún.
El hambre era lo peor. No creía que pudiera sobrevivir comiendo tan poca cantidad de comida. Estaba viviendo, de manera miserable, nada satisfactoria, con comidas de dos bloques. En algún momento, durante la primera semana, cada día terminaba en el sillón llorando. A lo mejor una parte de mi pensaba que me iba a morir.
Día 2: CrossFit Santa Cruz: Le dije a los Glassmans que estaba hambrienta. Ellos dijeron: “No tienes hambre. Es solo ansías por la respuesta de insulina”. Discutí: “No, realmente tengo hambre; mi estómago suena veinte minutos después de comer. Creo que necesito más comida… ¡NO ME DIGAN QUE NO TENGO HAMBRE!”. A lo cual Greg me respondió: “Come dos bloques de vegetales con Gl – bajo (índice glicémico) en tus comidas y después dime honestamente si realmente tienes hambre”.
Lo intenté, ayudó. El brócoli se convirtió en una cosa realmente linda en mi vida. Los alimentos me mantenían más tiempo. Pero socialmente era inservible. Cada onza de energía que tenía iba a solo mantenerme. La gente me preguntaba diariamente la cortés “¿Cómo estas?” y todo lo que quería decir era “estoy en esta estúpida dieta y me está matando”. Y así fue por muchos días.
Día 13: CrossFit Santa Cruz: La difícil Fran (uno de los WOD más fuertes) estaba levantando 65 libras (30 kgs.) para las T´s y se sentían como 165 libras (75 kgs.). Valía hongo. Todo valía hongo. Lloraba en las corridas de calentamiento, en el baño después de entrenamientos, si alguien me miraba raro lloraba MUCHO. También ansiaba la grasa como si fuera un helado. Más que nada quería sentarme y comer un pote de mantequilla de almendra con una cuchara.
Claramente estaba demasiado delgada. Estaba en 111 libras (50 kgs.) de 115 libras (52 kgs.) y marcadísima. Mis tiempos bajaron en minutos pero era un desastre emocional. Ya que era delgada desde un principio, Greg sugirió que aumentara la grasa x2 o x3. Lo ignoré, pensando que menos grasa sería mejor. Era terca, estúpida y con fobia a la grasa. Ahora estaba pagando el precio.
Día 14: Empecé a agregar más grasa a mi dieta.
Día 21: Estaba comiendo 5 veces más de grasa de lo que prescribe la Zona normal, subí de 15 gramos a 75 gramos por día. Una vez que hice ése cambio, se volvió más fácil porque los cambios aparecieron rápidamente. Con las ansias del “crack” aplastadas, y con poco pensar en querer más comida, ahora estaba persiguiendo resultados.
¿Cómo logré llegar a éste punto? ¿Qué fue lo que me mantuvo avanzando después de las primeras semanas brutales? Lo más probable era una combinación de terquedad, rabia y curiosidad. Estaba enojada con que esta manera moderada de comer me estaba dando una paliza. Pensé en que no debería ser tan difícil y que no debiera rendirme ante mi propia débil voluntad. Incluso, por el día 3, me dijeron que estaba alegando demasiado como para tener un día libre. Ahora estaba doblemente enojada. Decidí que se lo iba a demostrar, y que iba a hacer la dieta aunque me matara. Finalmente, estaba intrigada. Claramente esto era algo muy potente. Empecé a sentir más confianza en que si lograba sobrepasar el lomo, y lo sintonizaba correctamente, tendría un efecto profundo en mí.
Y sin duda lo tuvo. Nunca había experimentado tan directamente y consistentemente la práctica de no rendirse cuando se pone difícil. Cada vez que entraba a mi cocina tenía la oportunidad de fracasar. Hubiese sido tan fácil. Pero no lo hice, y no puedo describir enfáticamente lo suficiente la retribución – ambas física y mental – que el pasar por eso tuvo en mi vida.
Pasé de no creer que podría sobrevivir en la Zona, a no creer cuánto me desarrollo con ella. En sólo 4 semanas.
Inténtalo.